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LGBT - Foto de Alexander Grey en Unsplash

En Itteren, un pequeño pueblo eclesiástico de Limburgo, las festividades del carnaval arrancaron sin su tradicional misa dominical, tras una controversia que acaparó titulares nacionales. La decisión del párroco local de negar la comunión a una pareja de lesbianas, designadas como princesas del carnaval de este año por la asociación De Vreigeleire, provocó un debate sobre la inclusión y la discriminación dentro de la comunidad católica.

El Párroco en el Centro de la Polémica:
El pastor Paul Horsch se encontró en el ojo del huracán al anunciar que no podría en conciencia administrar la eucaristía a Carly I y Helen, argumentando que esto le causaría “remolinos de conciencia”. La postura del párroco desató críticas y comparaciones con prácticas pasadas en la diócesis de Roermond, conocidas por su conservadurismo y exclusión de grupos como los homosexuales.

Reacción de la Comunidad y Cancelación de la Misa:
La decisión del párroco motivó a la asociación carnavalera a optar por no participar en la misa, un gesto que encontró amplio respaldo en la comunidad de Itteren y más allá, evidenciado por las reacciones en las redes sociales. La situación culminó con la cancelación total de la misa de carnaval, una decisión que, aunque decepcionante para algunos, fue recibida con comprensión dada la controversia suscitada.

Respuesta de la Asociación de Carnaval:
Manfred Winkens, portavoz de De Vreigeleire, expresó que la cancelación de la misa era una consecuencia lamentable pero necesaria para marcar su posición respecto a la inclusión y el respeto dentro de la comunidad. La asociación, que juega un papel central en las celebraciones carnavaleras de Itteren y cuenta con un considerable número de miembros, ha visto reforzado su sentido de unidad y compromiso a raíz del incidente.
La Postura de la Iglesia y la Diócesis:
La iglesia parroquial de Itteren y la diócesis de Roermond mantuvieron una postura de respaldo hacia la decisión del párroco, subrayando que la comunión no se considera un derecho incondicional. Sin embargo, expresaron pesar por no haber encontrado una solución que reconciliara los valores de la comunidad con los dilemas morales planteados por el párroco.