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Trabajadora sexual desde el hogar en los Países BajosMujer con lencería - Foto de Artem Labunsky en Unsplash

Los municipios en los Países Bajos están profundamente divididos respecto a la nueva legislación que permitiría el trabajo sexual desde casa bajo ciertas regulaciones. 

Mientras algunos municipios están en contra, otros temen que la exigencia de un permiso tenga efectos contraproducentes. 

La legislación, que ha estado en desarrollo durante 15 años, busca regular el trabajo sexual de manera similar a profesiones como esteticistas y peluqueros.
Exigiendo que las trabajadoras sexuales soliciten un permiso y cumplan con requisitos específicos.

Reacciones de las trabajadoras sexuales:
Las trabajadoras sexuales han expresado su descontento con la ley, especialmente en lo que respecta al permiso obligatorio.
Muchas se preocupan por la estigmatización y por la potencial criminalización de sus clientes si no poseen la documentación adecuada.

Actualmente, muchos municipios en los Países Bajos prohíben el trabajo sexual desde residencias privadas por razones de seguridad y privacidad.

Municipios en contra de la ley:
Varios municipios como Kaag en Braassem y Beverwijk han expresado su oposición a la ley, citando dificultades para supervisar y garantizar la seguridad de las trabajadoras sexuales en entornos domésticos. 

Almelo y Dalfsen también han señalado la complejidad de monitorear estas actividades desde el hogar.

Municipios a favor de la regulación:
Por otro lado, ciudades como Róterdam, Tilburg, Hilversum y Utrecht ya permiten el trabajo sexual desde casa bajo condiciones estrictas, como la independencia total del trabajador y restricciones en la publicidad y el flujo de clientes. 

Deventer y Enschede están adoptando un enfoque progresivo, reconociendo la evolución del sector hacia más actividades en línea y desde el hogar.

Debate sobre la obligación de obtener permisos:
Existe un debate sobre si la obligación de obtener permisos realmente protegerá a las trabajadoras sexuales o si, por el contrario, las empujará hacia la ilegalidad, aumentando su vulnerabilidad. 

Hilversum y Tilburg argumentan que las autoridades pueden combatir la explotación sin la necesidad de permisos, mientras que Doetinchem subraya que sin permisos, las trabajadoras sexuales en situaciones abusivas permanecerán invisibles y sin protección.