La Inspección de Salud en los Países Bajos ha expresado su preocupación por la calidad del programa nacional de cribado del cáncer de mama.
Aunque las mujeres que participan en las pruebas de detección están generalmente satisfechas con el servicio, los empleados que las realizan se enfrentan a una carga de trabajo excesiva.
Lo que podría poner en riesgo la calidad del servicio.
Además, el programa no llega de manera efectiva a mujeres de color y de hogares con bajos ingresos. Lo que genera una subrepresentación en el cribado.
Carga de trabajo y presión sobre los empleados:
El personal encargado de realizar los exámenes de detección está bajo una fuerte presión debido a la alta carga de trabajo.
Los estrictos requisitos de las imágenes de proyección hacen que los empleados tengan menos tiempo para interactuar con los pacientes, explicarles el proceso y hacer que se sientan cómodas.
La Inspección también destacó que la cultura laboral en los centros de cribado de cáncer de mama no promueve un entorno de aprendizaje, lo que dificulta la mejora continua.
Falta de un sistema para registrar incidentes:
Actualmente, no existe un sistema nacional uniforme para registrar y aprender de los incidentes que ocurren durante los cribados.
Esto impide que los empleados puedan reflexionar sobre posibles mejoras.
Además, cuando los empleados derivan a las pacientes con resultados anómalos a un hospital, la mayoría de los hospitales no proporcionan retroalimentación.
Lo que dificulta saber si la derivación fue correcta o si hubo falsas alarmas.
Subrepresentación de ciertos grupos:
La Inspección también señaló que el programa no está alcanzando de manera adecuada a mujeres de color y mujeres de hogares de bajos ingresos.
Esto pone en evidencia una falta de equidad en el acceso al programa. Lo que puede afectar negativamente a estos grupos en términos de detección temprana.
Satisfacción general de las participantes:
A pesar de estos problemas, la calidad actual del programa se considera suficiente, y la mayoría de las participantes se sienten bien atendidas e informadas después del cribado.
Cada año, se envían más de un millón de invitaciones a mujeres, hombres transgénero y personas no binarias con senos, de entre 50 y 75 años, para participar en las pruebas de detección.