2 min de lectura
Lo que más me costó de emigrar no fue el idioma, fue la soledad

Me llamo Paula, tengo 34 años y hace cuatro me mudé a los Países Bajos buscando nuevas oportunidades. Sabía que el idioma sería un reto, que la burocracia sería complicada y que me costaría adaptarme al clima… pero nunca imaginé que lo más difícil sería la soledad.
Al principio, todo era novedad. Recorrer Ámsterdam en bici, descubrir lugares que solo había visto en fotos. Pero cuando la emoción pasó, empecé a notar el peso del aislamiento. Hacer amigos aquí no es como en España, donde en un bar puedes entablar conversación con cualquiera. Aquí todo es más distante, más reservado. Me costaba encajar, y poco a poco, empecé a sentirme invisible.
Las redes sociales me hacían peor. Veía a mis amigos quedando para cenar, celebrando cumpleaños, y yo aquí, sin nadie con quien hablar más allá de mis compañeros de trabajo. Me preguntaba si había cometido un error al venir.
La primera vez que me planteé volver fue una noche de invierno, oscura y silenciosa, en la que sentí que no tenía a nadie. Pero en lugar de rendirme, decidí hacer algo. Me forcé a salir, a conocer gente, a asistir a eventos donde pudiera conectar con otros. Existe una app llamada ''amigos'' donde la gente crea eventos como ir a pasear, una fiesta en casa... Me ayudó a conocer a mucha gente.
No fue fácil, pero poco a poco, encontré mi espacio. Hoy tengo amigos de diferentes países, y aunque sigo extrañando muchas cosas de España, por primera vez en mucho tiempo, me siento en casa.
Si alguien está leyendo esto y se siente solo, quiero decirle que es normal, que nos pasa a muchos. Y que hay luz al final del túnel.
📣 Llamado a la comunidad:
¿Cómo fue tu proceso de adaptación en los Países Bajos? ¿Te sentiste solo al principio? Comparte tu experiencia con la comunidad aquí.