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7 de cada 10 niños acosados no piden ayuda a sus profesores

El miedo, la culpa y la falta de confianza dificultan la intervención en casos de acoso escolar
Silencio preocupante en las aulas
Un reciente estudio revela que el 70 % de los niños que sufren acoso escolar no lo cuentan a sus profesores, y un 30 % ni siquiera se lo dice a nadie, ni en casa.
La investigación fue realizada por Nico den Breejen, de la plataforma educativa Wij-leren, en colaboración con Nathalie Hoekstra, de la Universidad de Radboud, y publicada por el diario AD.
Según los expertos, los menores guardan silencio por inseguridad, culpa o temor a represalias. Muchos piensan cosas como: "quizás soy raro" o "si se enteran los demás, será peor".
Además, existe una falta de confianza en que los adultos realmente tomen medidas efectivas.
Consecuencias graves y duraderas
El silencio no solo perpetúa el acoso, sino que también deja huellas profundas. Entre los efectos más comunes del acoso escolar prolongado están:
- Baja autoestima
- Problemas de sueño
- Bajo rendimiento académico
- Aumento de las hormonas del estrés, incluso hasta la adultez
- Mayor riesgo de depresión
- Once veces más probabilidades de sentirse solo
“Los estudiantes acosados mantienen niveles altos de hormonas del estrés. Eso tiene impacto incluso muchos años después”, explicó Den Breejen.
No es solo ‘acosador y víctima’
Los investigadores alertan que las escuelas aún tienen una visión demasiado simplificada del fenómeno. Se sigue encasillando a los alumnos en roles fijos: acosador y víctima.
Pero la realidad en el aula es más compleja.
“Un niño acosado hoy puede ser el acosador mañana. Es un fenómeno de grupo”, destacó Den Breejen.
Según él, el acoso suele prosperar cuando se considera “normal” o incluso “cool” dentro del grupo. Por eso, es clave trabajar en el ambiente colectivo, desde la base.
Crear un ambiente seguro desde primaria
Aunque detectar el acoso no siempre es fácil para los docentes, sí pueden tener un impacto importante fomentando una dinámica positiva en clase.
Promover trabajo en equipo, respeto mutuo y espacios de confianza es más efectivo a largo plazo que simplemente castigar al acosador.