Vine con un contrato… y terminé durmiendo en un almacén

Hola, me llamo Alejandro y llevo un año en los Países Bajos. No escribo esta carta por mí, sino por todos los que llegan con ilusiones y se encuentran con una realidad que nadie les contó.

Vine a trabajar en la logística de un gran centro de distribución en un pueblo cerca de Eindhoven. Firmé un contrato en España con una agencia de trabajo temporal que prometía todo: trabajo estable, alojamiento decente y buen salario. Me sonaba demasiado bonito… pero en aquel momento quise creerlo.

La primera noche dormí en un colchón tirado en un almacén junto con otros seis compañeros. Nos dijeron que era ‘temporal’, pero pasaron semanas y seguíamos allí. El trabajo era agotador, jornadas de 10 horas, con jefes que nos trataban como si fuéramos máquinas. Cuando preguntábamos por los pagos, nos daban excusas o nos descontaban cosas absurdas. Una vez me quitaron dinero porque ‘mi productividad no había sido suficiente’.

Aguanté porque no tenía opción. Si dejaba el trabajo, me echaban de donde dormía y me quedaba en la calle. Y eso fue exactamente lo que pasó. Un día, sin previo aviso, me dijeron que ya no me necesitaban y que tenía que desalojar en 24 horas. Me encontré en una ciudad que no conocía, sin dinero y sin saber qué hacer.

No cuento esto para dar pena, sino para advertir a los que están pensando en venir. No todas las ofertas son reales, no todos los contratos te protegen. Infórmate, haz preguntas, no creas en promesas vacías. Yo logré salir adelante, pero hay muchos que siguen atrapados en este sistema.

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