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Zapatos abandonados - Foto de Tommaso Pecchioli en Unsplash

Un nuevo estudio revela que en los Países Bajos se queman anualmente alrededor de 8,9 millones de prendas de ropa no vendidas, lo que constituye un grave problema medioambiental. Este estudio, realizado por el Instituto Flamenco de Investigación Tecnológica para la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), destaca la magnitud del desperdicio textil y sus implicaciones para la sostenibilidad.

Devoluciones y Destrucción:
Las devoluciones de productos comprados online representan un gran desafío, ya que aproximadamente un tercio de estas terminan siendo destruidas. A nivel europeo, entre el 4 y el 9 por ciento de todas las prendas terminan desechadas, lo que se traduce en un rango de 264.000 a 594.000 toneladas de textiles destruidos anualmente. Esta destrucción contribuye significativamente a la huella de carbono, generando hasta 5,6 millones de toneladas de CO2, equivalentes a las emisiones de 1 millón de coches de gasolina cada año.

Desafíos de Transparencia:
El sector de la moda enfrenta críticas por la falta de transparencia en la producción y eliminación de prendas. Aunque algunas organizaciones comerciales, como Thuiswinkel argumentan que la cantidad de ropa desechada es mucho menor, el estudio de la AEMA destaca la dificultad de obtener datos precisos debido a la reticencia de las marcas a compartir información sobre sus inventarios y las prácticas de eliminación.

Prohibición Europea en el Horizonte:
La Comisión Europea está avanzando hacia una prohibición de la destrucción de ropa no vendida, que también incluirá requisitos de transparencia para las marcas sobre sus existencias. Se espera que estas nuevas regulaciones entren en vigor en 2026, marcando un paso importante hacia la reducción del desperdicio textil y la promoción de una industria de la moda más sostenible.

Preocupaciones sobre la Implementación:
Existe preocupación sobre cómo se implementará efectivamente la prohibición para evitar «efectos perversos», como la exportación de textiles no utilizables a países más pobres, donde podrían terminar en vertederos. La intención es encontrar soluciones que no solo reduzcan el desperdicio en los países desarrollados, sino que también eviten trasladar el problema a otras regiones menos afortunadas.