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Dueños de casas vacacionales en Países Bajos, al borde del colapso fiscal

En los últimos cinco años, la presión fiscal sobre las casas vacacionales en los Países Bajos se ha disparado. Hoy, los propietarios pagan entre tres y cuatro veces más impuestos que en 2020.
Esta situación ha obligado a muchos a considerar la venta de sus propiedades debido a la creciente presión financiera.
Por ejemplo, quienes tienen un chalet ya enfrentan facturas cercanas a los 2.000 euros anuales, mientras que los dueños de casas más amplias, como una de tres habitaciones en Texel, pagan más de 8.000 euros.
¿Por qué suben tanto los impuestos?
La principal causa de estos aumentos es el cambio en la tributación de las casas vacacionales. El gobierno ha incrementado el porcentaje de la rentabilidad ficticia, la base sobre la que se calcula el impuesto.
Si antes se pagaba un 30 %, ahora se paga un 36 % sobre ese rendimiento estimado, calculado a partir del valor WOZ de la propiedad.
📈 En parques vacacionales como De Krim, en Texel, un propietario con una vivienda valorada en 385.000 euros pagaba 2.904 euros en 2019. Este año, la cifra alcanza los 8.150 euros. Y eso sin contar con los gastos anuales del parque, que superan los 4.600 euros.
Lo que se avecina: más impuestos
La situación podría empeorar. Para 2026, el gobierno prevé subir aún más la rentabilidad ficticia del 5,88 % al 7,77 %.
Esto dispararía el impuesto de una propiedad de 600.000 euros hasta casi 17.000 euros al año. Incluso un chalet modesto en EuroParcs Beekbergen pasaría de pagar 500 a más de 2.500 euros.
Además, el valor de las propiedades ha crecido de forma notable en destinos vacacionales populares. En Terschelling, por ejemplo, una casa ha pasado de valer 350.000 euros a 1,1 millones en apenas una década. El resultado: una factura fiscal de 20.000 euros anuales.
“Nos vemos obligados a vender”
Algunos propietarios ya no pueden sostener estos costes.
El agente inmobiliario Jasper Luyten, de Luyten Makelaardij, señaló que los altos impuestos han transformado el mercado. Cada vez menos inversores compran para alquilar.
En su lugar, los nuevos propietarios usan las viviendas para disfrute personal y, como mucho, las alquilan ocasionalmente. Sin embargo, con una rentabilidad del 1 al 3 %, muchos apenas logran cubrir los gastos.
A esto se suma el aumento de costes de mantenimiento en los parques vacacionales, que ahora alcanzan los 3.000 euros anuales, y el incremento del impuesto de transmisiones patrimoniales, que pasó del 2 % al 10,4 %.
También los turistas pagan más
La subida de impuestos también afecta a los turistas. El alquiler semanal de un chalet para cuatro personas en verano ya ronda los 2.200 a 2.600 euros.
Desde la organización Hiswa-Recron, Jeffrey Belt advierte que estos cambios podrían frenar las inversiones en el sector y hacer que unas vacaciones en Países Bajos sean inasequibles para muchas familias.
Un sistema fiscal sin respiro
Las exenciones fiscales para casas vacacionales son limitadas. Solo los primeros 57.000 euros del valor están libres de impuestos. A partir de ahí, el Estado aplica el impuesto ficticio incluso si la propiedad no se alquila. Y quienes intentan tributar por los ingresos reales se arriesgan a que la Agencia Tributaria recalcule al alza el valor de la propiedad, generando aún más impuestos.
El asesor fiscal Cor Overduin, de Grant Thornton, no duda en calificar la situación como "distorsionada". Asegura que, en comparación, resulta más barato tener una casa de vacaciones en el extranjero, como en Knokke (Bélgica), donde se evitan la doble imposición y hay deducciones. “Tener una casa en Domburg cuesta mucho más”, afirmó.