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El gobierno de Países Bajos dice no a la natación escolar obligatoria

Natación
Natación © Alexandr Podvalny en Unsplash

El gobierno de los Países Bajos ha decidido no reintroducir la natación escolar obligatoria. Según el secretario de Estado de Juventud, Prevención y Deportes, Marianne Karremans, las escuelas deben centrarse en lo esencial: lectura, escritura y aritmética 📚.

“Las escuelas deben enfocarse en habilidades fundamentales”, escribió Karremans en una carta dirigida a la Tweede Kamer (la cámara baja del parlamento). Añadió que implementar un programa obligatorio de natación escolar costaría alrededor de 145 millones de euros, un gasto que el Ejecutivo no está dispuesto a asumir.

Preocupación por el coste y el tiempo

Los docentes también mostraron su inquietud por el impacto que tendría este programa en la jornada escolar. Alegan que el traslado a las piscinas, el tiempo en vestuarios y las propias clases reducirían de forma significativa el tiempo disponible para la enseñanza académica.

Riesgo creciente entre niños sin diploma de natación

A pesar del rechazo del Ejecutivo, muchos diputados del Parlamento habían pedido la vuelta de la natación escolar. Argumentan que cada vez más niños no obtienen un diploma de natación, especialmente los de familias de bajos ingresos o inmigrantes.

El coste de las clases privadas, que puede oscilar entre 500 y 1100 euros por niño - resulta inaccesible para muchas familias. Esta cifra incluye matrícula, clases semanales y transporte. Para algunos legisladores, reinstaurar la natación escolar ayudaría no solo a garantizar que los niños aprendan a nadar, sino también a aliviar la carga de los padres.

Una tradición en retroceso

Los Países Bajos introdujeron la natación escolar en los años 60 para prevenir ahogamientos, dada su abundancia de ríos, canales y lagos. Los niños, desde los ocho años, acudían a clases semanales para conseguir su diploma.

En los años 80, la financiación pasó de ser estatal a depender de escuelas y municipios. Muchos centros comenzaron entonces a abandonar el programa por su alto coste, y la responsabilidad recayó en las familias.

Hoy, aunque la natación ya no es obligatoria, el problema persiste: en 2022, un preocupante 13 % de los niños no tenía diploma de natación.

¿Qué hará el gobierno entonces?

Karremans reconoció los desafíos que enfrentan las familias desfavorecidas. Si bien los municipios ofrecen ayuda financiera para clases de natación, esta información suele ser difícil de encontrar o entender.

Para mejorar la situación, el gobierno planea:

  • Pedir a los municipios que hagan más accesibles estos programas de ayuda.
  • Identificar mejor a los niños que no tienen diploma.
  • Ayudarlos a obtener al menos un nivel básico de certificación.
“Tenemos que encontrar formas de garantizar que todos los niños puedan aprender a nadar”, concluyó Karremans.

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