En su tradicional discurso navideño, el rey Guillermo Alejandro dirigió un llamado a los ciudadanos de los Países Bajos para que no permitan que las divisiones y el odio de conflictos internacionales se trasladen al país.
Desde el palacio Huis ten Bosch, el monarca subrayó la importancia de proteger los principios fundamentales de igualdad, respeto y rechazo a la violencia.
Contra la importación del odio:
El rey alertó sobre las tensiones palpables tanto a nivel internacional como nacional, instando a los ciudadanos a no convertir las calles de los Países Bajos en un campo de batalla para disputas ajenas.
«La amargura y el odio de otros lugares no deben filtrarse en nuestras calles», dijo
Enfatizando que el país debe seguir siendo un lugar de igualdad para todos, independientemente de creencias o afiliaciones.
Historias personales que reflejan dolor:
En un tono emotivo de su discurso, el rey compartió ejemplos de las dificultades enfrentadas por comunidades judías y musulmanas en los Países Bajos:
- Estudiantes judíos de Ámsterdam describieron estudiar en instalaciones aseguradas con vallas y temer ser identificados en público.
- Familias palestino-holandesas expresaron su miedo e impotencia por la situación de sus seres queridos en Palestina.
El monarca reconoció el dolor de estas comunidades y afirmó: «Ser uno mismo y mostrarse pacíficamente debería ser evidente para todos en los Países Bajos, pero no lo es».
Un llamado a los valores fundamentales:
El rey reafirmó los principios de igualdad ante la ley y tolerancia cero a la discriminación como innegociables.
A los ciudadanos judíos que consideran abandonar el país, les dijo: «Quédense. Pertenecemos juntos», y a los musulmanes holandeses les aseguró: «Este también es vuestro país».
Empatía como herramienta de unión:
Guillermo Alejandro destacó la importancia de la empatía y los pequeños actos de bondad como formas de curar el dolor colectivo.
«Regocijarse con los que se regocijan y llorar con los que lloran» fue uno de los mensajes más potentes del discurso.
Un cierre esperanzador:
El discurso concluyó con un deseo de paz y esperanza para todos los residentes de los Países Bajos, recordando que las emociones y aspiraciones humanas son universales.
«Les deseo a todos, dondequiera que estén y cualesquiera que sean sus circunstancias personales, una feliz Navidad».