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Aquí no te atienden a menos que estés muriendo

📩 Carta enviada al periódico
Nunca pensé que ir al médico sería un lujo. Tengo 36 años y llevo dos años viviendo en los Países Bajos. Si hay algo que todavía no entiendo de este país, es su sistema de salud.
La primera vez que me enfermé aquí, hice lo que haría en España: pedir cita con el médico de cabecera. Lo que no esperaba era que me dijeran que ‘esperara unos días’ a ver si mejoraba por sí solo. Tenía fiebre alta, dolor de garganta y apenas podía levantarme de la cama, pero me recomendaron paracetamol y té. Así de simple. Me quedé en shock.
Con el tiempo, entendí que aquí todo funciona así. No importa si tienes una infección, un dolor insoportable o síntomas preocupantes: la respuesta siempre parece ser ‘espera y ya se te pasará’. Una vez tuve un problema digestivo que me dejó semanas sintiéndome fatal. En España, me habrían hecho pruebas enseguida. Aquí, tuve que pelear por una cita y cuando finalmente me atendieron, me dijeron que ‘seguramente era estrés’. No me hicieron ningún análisis, ni una ecografía, nada.
Y no soy la única que se ha sentido así. Conozco a muchas personas que han pasado por lo mismo: embarazadas a las que apenas hacen controles, gente con dolores crónicos a las que les dicen que ‘aprendan a vivir con ello’, diagnósticos tardíos porque simplemente no consideran nada urgente. ¿Cómo puede ser que en un país que se considera tan avanzado, la sanidad sea tan inaccesible?
Yo ya he aprendido la lección: aquí, si no insistes, no te atienden. Y aunque sé que su sistema funciona para ellos, sigo sin entenderlo. A veces pienso en volver a España solo por la tranquilidad de saber que, si algo me pasa, me atenderán sin necesidad de rogar por unas pruebas.
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